Hace 30 años, la palabra innovación en el entorno empresarial parecía que solo hacía alusión a compañías con un presupuesto lo suficientemente elevado como para introducir cambios tecnológicos en sus mecanismos de producción, distribución o comercialización. Ahora, en pleno S.XXI, con la llegada de la denominada cuarta revolución industrial y la consiguiente digitalización, diversas organizaciones, de distintos rincones de mundo y diferente tamaño (multinacionales, compañías punteras en un área geográfica, pymes, startups…) incorporan y aplican la innovación en su día a día.  En ocasiones, desde sus inicios; en otras, como evolución necesaria para no ser aniquiladas por la competencia.

Innovar es crear tendencia, ofrecer nuestros producto y servicios de una forma diferencial a los ojos de nuestro cliente. Las empresas que no aboguen por una transformación continuada en aspectos tan esenciales como la comunicación, la relación con el cliente, el almacenamiento de información o la administración, entre otras, lamentablemente, están abocadas al fracaso. Un ejemplo significativo es el de Kodak, la empresa que revolucionó el mundo de la fotografía, pero que desapareció por su falta de adaptación a los cambios contextuales y a las necesidades de las nuevas generaciones.

¿Cambio el paso o me quedo como estoy? La respuesta es sencilla: la innovación plantea un proceso de irrupción, un cambio en el paradigma de la empresa que a la larga aporta grandes beneficios personales, profesionales y económicos. Innovar implica dar mayor soporte y valor al usuario. No obstante, este proceso “no cuenta con un manual, lo importante es crear un entorno donde surjan ideas, proyectos y todos puedan ser escuchados”, tal como expresa María Jesús Moya, Head of Iberia Partner Manager at Google for Work.

En su ponencia en la Cámara de Comercio de Zaragoza, el pasado 28 de septiembre, acerca de la transformación digital con Google, Mayo expresó las estrategias clave de una adecuada política de innovación en la empresa:

  • Piensa en el usuario, ya sea este un empleado o un cliente. El proceso de innovación parte de una correcta adaptación a tu entorno interno y externo. La experiencia de usuario es la que marcará la diferencia y te permitirá situarte por encima de la competencia.
  • Sitúate por delante de lo que va a ocurrir. Innovar significa ir un paso por delante, anticiparse a lo que va a ocurrir. Esta anticipación requiere un arduo trabajo de campo que exige escuchar activamente a los usuarios potenciales para saber qué necesitan, cuándo y de qué manera.
  • Una empresa innovadora debe velar por la libertad y la transparencia, por ofrecer pequeños espacios de tiempo dentro incluso de la propia jornada laboral en las que el empleado pueda dedicarse a reflexionar sobre nuevas ideas de forma colaborativa. Esta pausa en el cerebro genera productividad, motivación y proyectos que cambian el ejercicio empresarial, con el consiguiente ahorro de tiempo y costes. Además esta información debe fluir por toda la organización con transparencia. La innovación puede venir desde cualquier departamento.
  • No es necesario quedarse con lo más inmediato. Innovar es pensar por 10, tener 10 veces más resultados, obtener 10 veces más rendimiento. Mejorar el proceso implica cambiar la aproximación al resultado que quieres obtener.

El entorno actual nos anima a pasar de una empresa tradicional y basada en estructuras jerárquicas a una compañía ágil, abierta y comunicativa, que abrace la nueva tecnología y plataformas digitales, y que haga sentir a todo el equipo que la conforma parte activa del cambio que se pone en marcha gracias a la innovación continua.

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